Frey Fernando de Toledo, Gran
Prior de Castilla.
(La Aldehuela, Ávila, 1527 - Madrid, 1591).
Fue el primer hijo de Fernando Álvarez de Toledo, III Duque de Alba, aunque
lo tuvo fuera de matrimonio, con una molinera de La Aldehuela (Ávila),
lugar vecino a Piedrahita, antes de suceder a su padre en los títulos
y estados de la Casa de Alba y antes también de que contrajera matrimonio.
Su juventud fue trazada por Lope de Vega en su comedia «Más mal hay en
la Aldegüela de lo que suena», también conocida como «el Prior de Castilla».
Fue reconocido por su padre, en fecha que desconozco, pero antes de 1546,
y admitido en la Orden de San Juan de Jerusalén, donde Felipe II le concedió
el Gran Priorato de Castilla, con sede en Consuegra, a su regreso de Italia.
Comenzó a servir de capitán de caballos lanzas en la guerra contra la
Liga Esmalcalda (1546-47), hallándose en la sumisión de Ingolstadt, Ulm
y Augsburg (Augusta), asi como en la batalla de Mühlberg (24.IV.1547).
Posteriormente levó un tercio de infanteria española que condujo a Italia
(setiembre de 1557), sirviendo con él en la expulsión de Nápoles del ejército
del duque de Guise, que hubo de levantar el asedio de Civitella del Tronto,
y en la invasión de los Estados pontificios hasta lograr la sumisión de
Paulo IV, aliado de Francia (1558), momento en que regresó a España, probablemente
para hacerse cargo del Priorato de San Juan.
En 1567 acompañó a su padre a Flandes como general de la caballería del
Ejército que llevó desde Italia, puesto que sirvió efectivamente hasta
1569, aunque no se le nombró sucesor hasta 1571, una vez nombrado virrey
de Cataluña. En efecto, el 22.X.1569 embarcó en Vlissingen, en la armada
del almirante conde de Boussu, dando escolta a la archiduquesa Ana de
Austria, que pasaba a España para casar con Felipe II. Tras la boda, el
rey le designó virrey de Cataluña, empleo que ejérció desde 1571 hasta
1580, destacándose por su enérgica lucha contra el bandolerismo y por
la construcción del canal del Segre a la plana de Urgell.
En 1580 su padre volvió a llamarle para la invasión de Portugal, en esta
ocasión como su lugarteniente, mandando la caballería en la batalla de
Alcántara (25.VIII.1580). Tras la muerte de aquel (1582), Felipe II le
llamó a su Consejo de Estado, en la Corte, donde residiría el resto de
sus días.
Angel Salcedo Ruiz publicó una monografía del personaje en 1905, aunque
confundió algunos aspectos biográficos con otro Fernando de Toledo, tío
del duque, que mandó durante algunos años el tercio de Lombardía del Ejército
de Flandes, o Tercio Viejo de la Infantería española de aquellos estados.
En cuanto al tercio que levantó en 1557, sería reformado en 1560 tras
haber sucedido en Sancho de Mardones.
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Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel
Nació en Piedrahita, provincia de Ávila, el 29 de octubre de 1507. Era
hijo de García Álvarez de Toledo y Beatriz Pimentel, y nieto de Fadrique
Álvarez de Toledo, segundo duque de Alba. Siguiendo la línea dinástica
le hubiera correspondido a García ser el tercer duque, mas éste murió
en una campaña en África en 1510, por lo que al fallecer Fadrique en
1531 el título ducal pasó directamente a su nieto Fernando como varón
primogénito de García.
Estuvo siempre al servicio de los monarcas españoles, bien fuese de
Carlos I en principio o bien de Felipe II después. Su dedicación a las
armas fue constante desde muy joven, hasta el punto de que con tan sólo
6 años acompañó a su abuelo a Navarra con el ejército que la tomó. En
1524, cuando contaba 17 años, se unió sin el permiso familiar a las
tropas del Condestable de Castilla Íñigo de Velasco que sitiaron y rindieron
la plaza de Fuenterrabía ocupada por franceses y navarros; por su intervención
en la exitosa contienda fue nombrado gobernador de Fuenterrabía.
Siendo ya duque de Alba acudió en 1532 a la llamada del emperador Carlos
V y marchó a Viena acompañado de su amigo Garcilaso de la Vega para
defenderla del acoso otomano. No fue preciso entrar en combate, pues
visto el formidable ejército imperial de más de 200.000 hombres, los
turcos levantaron el asedio. Donde sí tuvo ocasión de luchar fue en
Túnez: a primeros de junio de 1535 embarcó en Cagliari con el contingente
militar que mandaba el marqués del Vasto; el 14 de julio cayó la fortaleza
de La Goleta y una semana después la propia ciudad de Túnez defendida
por Barbarroja. En 1547 el emperador tuvo que enfrentarse a las fuerzas
protestantes de la Liga de Esmalcalda; el duque de Alba estaba al mando
de los tercios españoles que intervinieron en la batalla de Mühlberg,
a orillas del río Elba, con victoria de las armas imperiales. Aunque
a veces los cronistas españoles le han atribuido el éxito a título personal,
lo cierto es que el duque fue uno más de los comandantes que se distinguieron
en aquella ocasión en la que la arcabucería de los tercios españoles
desempeñó un papel destacado.
El primer servicio personal que prestó a Felipe II fue acompañarlo a
Inglaterra con motivo de su matrimonio con María Tudor; fue uno de los
15 grandes de España que asistió a la ceremonia en la abadía de Winchester
el día 25 de julio de 1554. Al año siguiente se aviva en Italia el conflicto
entre Francia y España; el duque de Alba es enviado allí como capitán
general, gobernador de Milán (1555) y virrey de Nápoles (1556). El recién
nombrado papa Pablo IV, enemigo visceral de los Habsburgo, incita a
Enrique II de Francia a expulsar a los españoles de Italia, para lo
cual une sus propias tropas a las del francés mientras que en julio
de 1556 declara a Felipe II desposeído de su título de rey de Nápoles.
El duque no esperó más y se dirigió a Roma al frente de 12.000 soldados;
ante tal amenaza el papa pidió una tregua parlamentada, tiempo que aprovechó
para que un ejército francés mandado por Francisco de Guisa entrase
por el norte de Italia y marchase hacia Nápoles. Pronto fue llamado
el duque de Guisa de retorno a Francia pues se acababa de producir el
descalabro de San Quintín y se le necesitaba allí. Las tropas papales
fueron arrolladas por las españolas y el duque de Alba entró victorioso
en Roma en septiembre de 1557. El papa solicitó la paz y la obtuvo.
En 1566 hubo revueltas y desórdenes en los Países Bajos causadas por
los herejes calvinistas. Para atajarlas envió Felipe II al duque de
Alba al mando de un poderoso ejército que llegó a Bruselas el 22 de
agosto de 1567. Pocos días después, el 5 de septiembre, establecía el
«Tribunal de los Tumultos» (popularmente conocido como «Tribunal de
la sangre») para juzgar a los responsables de los disturbios del año
anterior. El Tribunal actuó con extraordinario rigor y fueron muchos
los ajusticiados entre los que se contó el propio conde de Egmont, general
católico al servicio de Felipe II que estuvo al frente de la caballería
que venció a los franceses en la batalla de San Quintín. Por otro lado,
el mantenimiento de las tropas llevadas a Flandes acarreaba cuantiosos
gastos económicos que forzaron al duque a imponer nuevos tributos a
la población. Algunas ciudades, entre ellas Utrech, se negaron al pago
del «diezmo» y se declararon en rebeldía. Este estado de cosas propició
la intervención desde el exterior del insumiso Guillermo Nassau, príncipe
de Orange, que contó con la ayuda de los hugonotes franceses. Las acciones
militares fueron constantes y la situación política no mejoró en modo
alguno. Ante este fracaso, Felipe II le relevó de su misión y dispuso
su retorno a España en 1573.
Su hijo y heredero Fadrique había dado promesas de matrimonio a Magdalena
de Guzmán, pero no las cumplió, lo que le costó el arresto y encarcelamiento
en el Castillo de La Mota, en Medina, en 1566. Al año siguiente fue
puesto en libertad para que pudiera marchar con su padre a Flandes prestando
servicio en el ejército. En 1571, Fadrique, con el apoyo de su padre,
se casó en secreto con María de Toledo, hija de García de Toledo, marqués
de Villafranca y virrey de Sicilia, primo del duque de Alba. Cuando
al regreso del duque y su hijo a Madrid, en 1574, se conoció lo sucedido,
el rey ordenó abrir un proceso que concluyó en 1579 con la condena a
prisión de Fadrique que fue confinado de nuevo en el castillo de la
Mota, y el destierro de la corte y exilio a Uceda del propio duque de
Alba.
Fue rehabilitado en 1580 cuando Felipe II, que optaba al trono de Portugal
vacante tras la muerte del rey Don Sebastián, sobrino suyo, precisó
otra vez de los servicios del duque para neutralizar militarmente las
pretensiones monárquicas del prior de Crato, Don Antonio. Venció al
ejército portugués del general Diego de Meneses y entró triunfante en
Lisboa, despejando el camino para la llegada de Felipe II. Obtuvo en
recompensa el título de condestable de Portugal.
Murió en Lisboa el 11 de diciembre de 1582. Sus restos fueron trasladados
a Alba de Tormes donde fue enterrado en el convento de San Leonardo.
Trasladado más tarde a Salamanca, actualmente descansa en San Esteban.
El Duque se casó en 1527 con su prima María Enríquez, hija de Diego
Enríquez de Guzmán, III conde de Alba de Liste, con la que tuvo cuatro
hijos y una hija. Su primer hijo (Fernando de Toledo) fue fruto en 1527
de una relación con una molinera de la cercana localidad de La Aldehuela.
* Don Garcia Álvarez de Toledo (1530-1548)
* Don Fadrique Álvarez de Toledo, IV Duque de Alba
* Don Diego Álvarez de Toledo (?-1583), Conde de Lerin, casó con Briande
de Beaumont (1540-1588).
* Antonio Álvarez de Toledo y Beaumont V Duque de Alba
* Doña Beatrix Álvarez de Toledo, casó con Don Alvaro Pirez d'Osorio,
Marqués de Astorga.
* Don Fernando de Toledo (1527—1591), hijo bastardo reconocido antes
de 1546. Participó en varias batallas europeas y fue Gran Prior de Castilla.
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